Hoy en día, cuando vemos la aplastante hegemonía del thruster o del foam y la fibra de vidrio, sobre cualquier otro tipo de tabla o de materiales, podemos llegar a la errónea conclusión de que su éxito fue instantáneo y que nada más aparecer, en el mercado, los surfistas de la época, seguros de sus ventajas, corrieron a abrazarlos; nada más lejos de la realidad. El camino que separa la aparición de un invento de su uso masivo por parte del gran público no es necesariamente recto y a menudo está lleno de obstáculos tales como el inmovilismo y la cerrazón de La Mayoría, muy poca abierta a los cambios.
H.C.S. Editorial Evergreen (Taschen) 1997 De lo mejor en castellano. |
La tabla hueca de Tom Blake, mucho más ligera y con mayor flotabilidad que sus contemporáneas, en un principio, recibió las burlas del resto de surfistas, que se mofaban de la creación del genial socorrista y de forma peyorativa la bautizaron con el apelativo de ‘cigarro’. Más adelante, cuando, en una demostración práctica, Blake les dejó atrás remando a todos, tuvieron que reconocer que aquel diseño tenía sus ventajas. La importancia de Blake fue más allá de su revolucionario tablón, pues el shaper demostró que los rígidos cánones de los modelos de las tablas, heredados de los hawaianos, podían modificarse. Hasta ese momento el shape consistía en copiar modelos ancestrales. A partir de entonces, un sinfín de seguidores de Blake, desperdigados por las costas norteamericanas, comenzaron a introducir sus propias modificaciones en las medidas de las tablas, con sorprendentes resultados en el agua.
En este grupo de jóvenes influidos por Blake, se encuentran John Kelly, Fran Heath y Wally Froiseth, que tuvieron, una tarde de 1934, una de las ocurrencias más decisivas en la historia del surf. Cansados de que sus tablas de cola cuadrada derrapasen y no se fijaran a la pared de las potentes olas hawaianas, ni cortos ni perezosos, optaron por ponerlas sobre unos caballetes y serrarlas hasta dar a sus tails una forma de V. Sin proponérselo habían creado un pin tail, lo que permitió coger olas mucho más grandes y fijarse a la pared, facilitando el arte de entubar. Lo que para la mayoría hubiese supuesto una laceración, una mutilación, fue un gran acierto, del que todavía hoy nos beneficiamos.
Contraportada del libro. Blake y Duke. |
En la década de los cincuenta, Hobie Alter montó un taller en el garaje de su casa para hacer tablas de madera de balsa y fibra de vidrio, siguiendo las enseñanzas de W. Hoffman. Su padre, harto de la suciedad y el trasiego de gente, le echó y Hobie creó su propia tienda en Dana Point entre las risas generalizadas del resto de surfistas, que le preguntaban que qué haría cuando hubiese vendido una tabla a todos los surfers de la zona. Alter ha pasado a la historia como uno de los shapers más importantes y como el gran impulsor de las tablas de foam y de resina de poliéster.
Estos son sólo algunos ejemplos que demuestran las dificultades que se encontraron muchos de los materiales y modelos de tablas que hoy empleamos. Dificultades que posiblemente también se encuentran y se encontrarán los shapers innovadores de hoy en día y sus mejoras, por parte de una mayoría muy poco abierta y resistente a los cambios, pero, que, curiosamente, luego, cuando se producen, es la que más se beneficia de ellos.
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