sábado, 29 de diciembre de 2018

Surf or die... of laughter IV: el mejor regalo que le puedes hacer a un surfista...

Surf or die... of laughter IV: el mejor regalo que le puedes hacer a un surfista... Después de una tabla, un traje de neopreno, un surfari, unos escarpines...



domingo, 2 de diciembre de 2018

Me sigue faltando algo Bueno

Tengo profundas lagunas culturales, más bien lagos Titicaca o Victoria,  y no conocí de la existencia del pintor Antonio Gómez Bueno hasta agosto de 2009 (espero que si lee esto, me perdone); concretamente cuando Florian Carlo organizó una fiesta de presentación de una exposición suya en su tristemente desaparecida The Flying Longboarders.
Portada de mi segundo libro, realizada por G.B.
  Por aquel tiempo acababa de sacar mi primer libro, Surf or die… of laughter, estaba escribiendo otro y viendo su obra, su estilo colorido y desenfadado, su sentido del humor ácido y su inspiración en el universo de las olas… se me encendió una especie de lucecita y se me ocurrió que era perfecto para hacer la portada. Sin conocerle en absoluto, lo googleé y encontré su página personal. Le escribí, le conté mi problemática y ¿adivinan? ¡Gualá! Me contestó y encima desde China. Y digo esto, porque algo que parece de lo más normal, que le escribas a alguien, le cuentes una cosa y te responda no es ni mucho menos  moneda de cambio habitual hoy en día. Se lo aseguro. Mucho menos cuando eres un desconocido, estás empezando en algo y al que escribes es alguien que profesionalmente tiene un prestigio, una carrera y un reconocimiento.  Poco a poco, fui indagando en su persona, en su obra y fui consciente de mi atrevimiento, de mi inconsciencia y de la dimensión artística del creador al que había escrito. Me entró cierto vértigo, que se acabó convirtiendo en ataques de ansiedad y taquicardias, cuando posteriormente y sin hablar en ningún momento de dinero, acertó mi encargo e incluso me pidió, en un alarde de profesionalidad, que le mandase algún capítulo del libro para inspirarse.  Supongo que nadie o muy pocos de los que lean esto hayan leído mis relatos, pero el hecho de que un escritor aficionado que se autopublica ediciones con tiradas tan numerosas como la población de Urogallo en la cornisa cantábrica (y sospecho que algún ave se quedaría sin su ejemplar) llamara a las puertas  de Gómez Bueno para sugerirle que le hiciese la portada de su próximo libro  es algo así como que uno llame a Steven Spielberg o Martin Scorsese para hacer el reportaje de su boda o de su último baño con los colegas en El Sardinero.
Magistral portada de la cuarta entrega a cargo del genio cántabro
El caso es que pese a estar afincado en California, tener expuestas obras permanentes en algunos de los museos más importantes de Los Ángeles, acudir anualmente a algunas de las exposiciones de arte más importantes del planeta (Arco entre otras), firmar los carteles del Festival internacional de Salinas durante tres años, de un concierto para Metallica….  Finalmente Gómez Bueno realizó las portadas de mi segundo y mi cuarto libro. Y no he tenido que vender ninguno de mis riñones ni estoy pagando ningún crédito de Cofidis. Pudo hacer la del tercero, pero tras ver el tiempo y el esfuerzo que había invertido en la del segundo, tiempo que había sacado entre numerosos proyectos, decidí no solicitárselo y posteriormente fui reprendido por ello, porque le habría encantado colaborar en Surf or die of laughter 3 (La última y me salgo).
¿Por qué estoy contando todo esto? En los últimos tiempos, veo que muchos de los pueblos de Cantabria que han confiado en el surfing para vertebrar y dotar de contenido a su oferta turística están realizando paralelamente una serie de actuaciones artísticas para que sus calles tengan una atmósfera más surfera. Muralistas, grafiteros, artistas especialistas en arte urbano… Todos están llenando los puntos neurálgicos del surf en Cantabria (Suances, Somo, Santander) de colores y formas. Me enteró de proyectos a través de las páginas de los periódicos, o simplemente voy a coger olas y me encuentro cada vez más murales en paredes, edificios o en rincones cercanos a la playa. Los leo y los veo y aunque no me desilusionan siempre veo con cierta tristeza que nunca encargan uno de estos murales a Gómez Bueno, o que nunca organizan una exposición o ahora que está tan de moda, le dotan de una estrella al genial pintor.  Me parece injusto por muchos motivos, en primer lugar  por la dimensión artística del personaje, pero también porque  Gómez Bueno es uno de los nuestros, es un surfista y es cántabro. Y tener un montón de murales con motivos surferos y carecer de la obra del artista cántabro surfista más internacional es como si en el MAS o en cualquier museo de arte cántabro que se precie  faltasen Solana, Riancho, Blanchard , Gran, Quirós o los hermanos Calderón… Especialmente sangrante me parece la ausencia de un mural suyo en Suances, localidad de la que es originario, local mitíquisimo de Los Locos, y a la que acude puntual todos los veranos.
Actuación urbana de Gómez Bueno en un colegio de Los Ángeles.
El único motivo que siempre se me ocurre para explicar esta terrible laguna, casi tanto como las mías culturales, es que como vive en California los todopoderosos comisarios, concejales o los encargados de seleccionar a los autores con criterios imparciales y escrupulosamente ceñidos a méritos creativos   lo deben de ver como un artista inalcanzable. Entonces recuerdo mi propia historia con mi portada y sé que esto no es cierto, y que tal vez la próxima vez que organicen una edición de arte callejero podrían escribirle (yo les doy el correo) para proponerle algún proyecto en su tierra. Mientras tanto, cada vez que vaya a la playa y mire a las paredes, a los edificios... seguiré pensando lo mismo: me sigue faltando algo Bueno en Cantabria.