jueves, 24 de julio de 2014

Pequeño tributo a los shapers



La última edición del Cosmic Children ha estado dedicada a los shapers. Todo un acierto. Recordar a estas alturas la importancia de los shapers y su contribución al desarrollo del surfing a lo largo de la historia puede resultar redundante, pero, en este mundo, donde el sentido común es, muchas veces, el menos común de los sentidos, es de lo más oportuno y necesario.
El surf se ha convertido en una industria, en un fenómeno de masas; los surfers del circuito mundial son rutilantes estrellas cuyos resultados y vidas son seguidas por legiones que se toman sus victorias y fracasos como propios, exactamente igual que pasa con los astros del fútbol.  En toda esta vorágine, ¿dónde queda el shaper? ¿Qué importancia se le da en el mundillo tanto a él como a la obra cumbre de su trabajo, la surfboard?
En talleres artesanales como éste (Flying Surfboards) se gestan nuestras tablas.

 Sin camisetas, sin bermudas, sin playeras, sin sudaderas, sin gafas de sol, incluso sin neoprenos, podríamos seguir surfeando. ¡Bueno!, sin estos últimos un poco más jodidos. También sin cámaras subacuáticas y sin tener la parte trasera del vehículo cosida a pegatinas de las marcas surferas más cool del momento; de igual manera si la figura más determinante en el WCT de los últimos años decidiera jubilarse me atrevo a decir que el mundo seguiría girando, las mareas subiendo y bajando y las borrascas entrando fieles a sus ciclos naturales. El mejor ejemplo de todo ello, lo tenemos en los pioneros, que sin todas estas cosas, surfeaban. Con su homenaje, los organizadores del Cosmic Children quieren devolver al Shaper el lugar que le corresponde, que recuperemos un poco la perspectiva y reflexionemos a la hora de darle su justo valor. 

 Sin shapers no hubiese habido democratización del surf. El primer gran boom del surf se produjo en 1959, con el estreno de la película Gidget, pero si un año antes Hobie Alter no hubiera empezado a fabricar tablas de espuma, de foam, en sustitución de la madera de balsa, habría sido muy difícil por no decir casi imposible cubrir toda la demanda. El propio Hobie Alter reconoce que “si la película se hubiera estrenado antes no hubiera sido posible cubrir todos los pedidos”. Trasladando ese ejemplo a casa, igual podríamos decir de los Beraza, Merodio, Zalo Campa, que ayudaron a la primera generación a introducirse en este deporte, sin necesidad de cruzar los Pirineos o remover  Roma con Santiago para obtener una tabla. Invita a la reflexión escuchar cómo surfistas como Alejo Solar o David García ‘Capi’ recuerdan que sus primeras tablas fueron Xpeedin´ o Jerónimo de segunda o tercera mano. Más adelante, cruciales resultaron y resultan figuras locales claves como Hugo López-Asiain con Full&Cas, Gaspar Bezanilla de Goldbeach o Neptu de Jalaika. La historia de cada surfista está sin duda vinculada a un shaper y su taller, del que han ido de la mano en este incierto y apasionante camino de ser un surfista.
¿Un amplio fondo de armario o un quiver completo? Surfista, tú eliges.

 Un shaper es algo más que una persona que hace de forma más o menos artesanal una tabla; un shaper es un ingeniero, un inventor de nuevos modelos y formas. De la mente de los shapers salieron diseños que respondieron a una determinada necesidad o que se adaptaron mejor a un tipo de condición. Los shapers nos han ayudado a que aprender no resulte tan difícil, imaginando modelos con más volumen o estabilidad para los principiantes. Gracias a ellos, también podemos meternos a hacer surf con condiciones mínimas, y también en condiciones extremas, donde la hidrodinámica es crucial. Bob Simmons, George Greenough, Bob McTavish, Dick Brewer, Simon Anderson…contribuyeron con sus creaciones a dar unas dentelladas de varias pulgadas para que la mastodóntica tabla hueca del visionario Tom Blake de unos cinco metros de longitud y 20 kilos de peso, de la década de los 20 del siglo pasado, llegase a las minimalistas actuales.
 En estos tiempos de deslocalizaciones, para los talleres de shape y para los shapers locales no corren tiempos fáciles, como para casi nadie. En la última década, uno de los runrunes más extendidos es que con las tablas y con los shapers ocurrirá lo mismo que con los trajes a medida y los sastres. Pero hoy más que nunca la figura de los shapers, tal y como recuerdan los organizadores del Cosmic Children, es necesaria y 100% reivindicable. Las tablas continuarán en su constante evolución hasta el fin de los tiempos, y como hemos visto, a lo largo de la historia del surf, estos avances no surgieron en las grandes multinacionales ni en el sudeste asiático, donde no crean nada, más bien se limitan a copiarlo. Surgieron en pequeños talleres, como el de Hobie Alter; de espíritus creativos e inquietos, observadores, que no prosperan en las cadenas de producción. De los pocos rescoldos de autenticidad en un mundo donde no tienes más que quitarte la camiseta que tienes puesta y leer en su etiqueta hecho en Turquía, India, Vietnam, Indonesia… Si bien, algunos grandes fabricantes ya han sucumbido a estos cantos de sirena y aplican a sus tablas la misma filosofía impersonalizadora.

 En este sentido, no hay mejor tributo a los shapers, que visitar sus talleres, confiar en su saber, su experiencia y sus productos. Su futuro y su supervivencia es la nuestra. ¡Larga vida a nuestros shapers!

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