domingo, 11 de mayo de 2014

¿Los ingresos del surf en Cantabria revierten en los surfistas?



La estadística de que el surfing  genera en Cantabria 12.1 millones de euros al año no ha debido de dejar  indiferente a nadie. Durante estos días, los familiares, amigos y demás allegados de los empresarios del sector deben de haberles ‘frito’ a llamadas, para decirles: “Macho, generas 12,1 millones anuales, ¿dónde los guardas? Déjame alguno”. Parece que tras la crisis, la explosión de la burbuja inmobiliaria, el hundimiento del sector de la construcción…, los empresarios del surf se han convertido en el nuevo motor de la economía nacional y han tomado el relevo de El  Pocero, El Sandokán y demás exitosos empresarios del ladrillo del pasado. No sería extraño que alguno tuviera ya hasta cuentas en Suiza, Islas Caimán o en próximas fechas encargase la construcción de algún yate de 45 metros de eslora, en alguno de los astilleros españoles.
Bromas a parte, si realmente el surf genera 12.1 millones (no sé si son 12.1, 12 ó 6.4; desconozco por completo la metodología empleada para dar esas cantidades con tanta precisión)… ¿Dónde se encuentran? La respuesta es evidente. El surf provoca un poderoso efecto llamada del turismo (no hay más que darse una vuelta por los picos para verlo), pero una buena parte de los ingresos que genera va a parar a sectores ajenos al propio negocio surfero. Hostelería, alimentación, los supermercados hacen el agosto… Y a pagar impuestos. De ahí que las instituciones, otrora sancionadoras de la práctica del surfing (hace tres lustros multaban por su práctica en El Sardinero en verano), se han percatado de las bondades del sector, de un sector en alza, y pretenden dinamizarlo a toda costa.
El reconocimiento público de la importancia del surfing en la economía debería ir más allá de una rueda de prensa, tendría que venir de la mano de medidas ‘proporcionales’ a semejante peso específico. Becas para los deportistas, ayuda tanto pública y privada para la financiación de torneos nacionales e internacionales, festivales, etc. Actuaciones que no se limiten a provocar un crecimiento o desarrollo de este deporte únicamente cuantitativo, sino también cualitativo. 
 Desde el punto de vista de la competición,  comunidades cercanas, como la gallega, nos sacan años de ventaja; pues cuentan con el Pantín Classic desde hace décadas, y aquí, en Cantabria, tuvimos la breve experiencia de la prueba del WQS celebrada en Liencres en 2005, todo un éxito de público y organización, por parte de la Federación Cántabra de Surf, que, por desgracia, no tuvo continuidad ni se afianzó en los calendarios competitivos, en esas fechas previas a que la caravana del Circuito Mundial haga escala en el viejo continente. En la prueba de Canallave se pudo disfrutar en vivo y en directo de surfistas de la talla de Russell Winter (primer europeo en entrar en el top-44), Jarrad Howse, Ben Bourgeois, Kai Otton y un jovencísimo Aritz Aramburu. En este sentido, tampoco resulta obligatorio crear algo nuevo, se podría potenciar por parte  de las instituciones torneos ya existentes como el de olas gigantes de La Vaca, que en cada una de sus ediciones, a parte de atraer a numeroso público de fuera y a los principales gunners nacionales, e incluso algunos bigwaveriders internacionales, provocaba un gran impacto mediático, siendo noticia en los telediarios a nivel nacional y situando a Cantabria en el mapa del surfing internacional.
 Pero  no toda inversión pública en el surfing  tiene que ir encaminada a fomentar el turismo. Los locales, a los que los torneos les importan más bien poco y de junio a septiembre ven alterada su rutina de olas, verían por lo menos algo positivo y no sólo inconvenientes, en  la nueva importancia del surf como generador económico, si fuese acompañado este fenómeno de una mejora en cosas tan básicas como la seguridad,  fundamentalmente, en unos parkings, los de las playas, que de octubre a abril están alejados de la mano de Dios. La presencia habitual de patrullas de policía local o guardia civil serviría para desterrar una serie de robos que generan inseguridad, una mala imagen y echan por tierra, en una fracción de segundo, toda la inversión económica de campañas publicitarias. Duchas que funcionen todo el año, playas con servicios de limpieza periódicos y no únicamente en temporada alta, etc. serían otras de las medidas que ayudarían a percibir por parte del surfista que algo de estos 12.1 millones revierten en el surfing y no se van fuera del mundillo.