David García Ara, 'Capi'. (Foto ECS) |
David García Ara, ‘Capi’ (Santander. 24 junio de 1974), se
expresa con la madurez y la serenidad que le aportan sus recién cumplidos
cuarenta años. Con 31 años de intensa vida surfera, plagada de surfaris y de
anécdotas, y al frente de la Escuela
Cántabra de Surf desde hace más de 23, ‘Capi’ no elude
ninguna cuestión, por controvertida que sea, demostrando que aún queda mucho de
aquel chaval luchador que, con 17 años, salía de casa a primera hora, con dos
tablas debajo de cada brazo, cruzaba un barrio de “macarras”, cogía un autobús,
una lancha… para dar en Somo sus primeras clases, abriendo, sin saberlo, el
camino, en España, a la enseñaza profesional del surfing, cuando éste era
reducto exclusivo de los autodidactas.
-Cuando empezaste a
dar clases allá por el 91, ¿pensabas que 23 años después ibas a seguir a pie de
playa, enseñando?
-(De forma inmediata) Realmente sí que lo pensaba.
-¿Y cómo surgió la
idea de hacer una escuela? ¿La importaste de Australia, donde ya existía algo
similar?
-No. Habíamos visto que previamente aquí habían dado unas
clases sueltas, pero no había una escuela. Un amigo y yo nos asociamos y
empezamos a dar clases de surf en la playa de Somo. Primero, estuvimos en la playa-playa,
no teníamos ninguna sede. Al año siguiente, fuimos a Zarautz, donde se había
creado una escuela de surf el mismo año que nosotros, con Mikel Troitiño, y ahí
nos sacamos la primera titulación oficial de monitor de surf homologada por la Federación Europea.
Ese mismo año hicimos una solicitud a la Demarcación de Costas de Cantabria y al
Ayuntamiento de Ribamontán al Mar para adecentar la antigua caseta de los
socorristas, que estaba abandonada. Fuimos al Centro Reto, compramos una
puerta, construimos una tarima de madera, la pintamos, le pusimos un teléfono,
junto al nombre Escuela Cántabra de Surf; y así empezamos.
-¿Qué fue lo más
difícil de los inicios?
Primera sede de la Escuela Cántabra (Fuente ECS). |
-Yo creo que antes te tenías que buscar más la vida en
general. No había tantas alternativas. Ahora mismo das una patada y te salen
cuarenta distribuidores de China, de Tailandia, empresas del País Vasco, de
Francia, que te venden tablas de surf especiales para aprender; blandas, de
goma, con quillas blandas... Eso cuando empezamos a dar clases de surf y
(enfatizando), durante muchos años después, no existía. Lo que había entonces
eran las tablas evolutivas; una movida que creo que creamos nosotros. Nosotros
encargamos cinco tablas evolutivas a Full&Cas con el logotipo de la Escuela Cántabra de Surf, eran
tablas más anchas. No las llamábamos ni evolutivas, que es un término nuevo,
que no sé ni quién se lo ha inventado, las llamábamos ‘Funboards’, tablas de
diversión. Eran tablas de poliéster y fibra con quillas fijas, porque no
existía ni el tema de los cajetines. Cada dos por tres las teníamos que reparar
nosotros; con el riesgo inherente que tenía dar clases de surf con tablas de
poliéster, en contraste con la seguridad que hay ahora que vas con tablas
blandas y las tienes de mil medidas. Antes eran tablas duras y te venía un
niño, gente mayor y no había tantas alternativas.
-¿Y cuando empezaste,
no te miraban los demás surfistas un poco como a un loco, en plan ‘quién le va
a pagar a éste para que le enseñe a hacer surf’?
-No, no, no (sonríe). Me miraban más raro en el barrio
(Carcajada). Yo antes no vivía aquí (en Somo), vivía en un barrio obrero,
humilde de Santander, en Isaac Peral. Salía de casa con cuatro tablas, una
mochila con trajes, el pelo rubio de dar mil clases… Tenía que pasar así por un
barrio de macarras que te cagas, atravesar otro barrio… Coger un autobús, que
encima era el Uno, el articulado, ése alargado que había que coger por la puerta de atrás; el picador a veces te
dejaba entrar, a veces no… Si no te dejaba, tenía que llegar como pudiese a
coger la lancha para dar las clases… Muchas dificultades. Igual por eso me
miraban raro, pero no por el hecho de dar clases de surfing en sí. Nosotros
hemos intentado inculcar que por aprender puedes pagar y puedes tener un buen
profesional a tu disposición que te enseñe y te haga mejorar. De hecho, la
prueba viviente es que he enganchado a mucha gente al surf, que, a día de hoy,
se ha venido a vivir a Somo, se han cambiado de pueblo, o están en Liencres;
gente que antes vivía en el interior. Gente a la que el surf les ha tocado y lo
han hecho su nueva forma de vida.
Capi, a principios de los 90's (Fuente ECS) |
-Y supongo que en 24
años habrá habido de todo, ¿alguna anécdota o situaciones curiosas?
-Anécdotas varias. Desde dar clases de surf a famosos…
-(Interrumpo) ¿Se
pueden decir nombres?
-El año pasado he dado clases de surf al ‘cuqui’, al que
hace de Amador Rivas (cambiando el tono de voz); ¡Merengue!, ¡Merengue! (carcajada)
De la serie ‘La que se avecina’. Me eché unas risas de la hostia con él. Hemos
dado clase de surf al cantante Jorge Drexler. Muy amigo de la escuela, viene
bastante por aquí. A Eduardo Noriega… Como a ellos tres a muchísimos más.
-Y continuando con lo
de las anécdotas curiosas...
-Gente que, aunque les expliques y les expliques todo
perfectamente, igual cogen y se ponen tan nerviosos al entrar al agua, que se
ponen con la tabla al revés, con las quillas para arriba y remando por el bottom
de la tabla. O peña que es superatlética, son deportistas profesionales, se lo
explicas todo perfectamente, y, con un pico perfecto, en la primera ola de su
vida, la reman, se ponen de pie y se pegan un bordeo. Ciencia ficción, pues
luego se dan cuenta que el surf es súper complicado y lo que ha hecho es por la
perfección de condiciones de ese día.
-Viniendo ya a los
tiempos actuales, se puede decir que habéis diversificado el negocio, con la Escuela Cántabra de Skate, de
SUP... ¿A qué responde esta diversificación, a un deseo de dar alternativas a
una práctica, la del surf, que en verano puede encontrarse con días de total ausencia
de olas?
-Con los años, el surf se ha ramificado en gamas y hay
distintas familias. Se hace surf,
bodyboard, longboard…El Stand Up Paddle sí es una buena alternativa para los
días que el mar está completamente ‘quedao’ o plato. Ya llevábamos tiempo dando
otras disciplinas a la gente de nuestros camps, tanto de chicas, como de
menores, adultos... Siempre nos gusta una o dos veces a la semana meterles una
actividad distinta. Pero el verdadero motivo de esta especialización es que el
surfing es muy sectorial, se mueve un poco por tribus. El surfista con el
paddlero como que se riñe. Si haces una cosa no puedes hacer otra. No puedes ser un waterman que hace
kitesurf, surf, skate, bodyboard, kneeboard, stand up paddle… El
surfista hace tabla corta y hace tabla corta; con su surfboard y, cuando está
grande, saca su ‘pinchaco’ y se va al agua a coger olas grandes…
-Hablado de los
camps, hacéis camps exclusivos para chicas, para niños, organizáis también un
festival de música, habéis consolidado en el calendario competitivo el Open
Escuela Cántabra de surf, luego hacéis pequeñas cosas que, para promocionaros y
para que os sigan, son todo un acierto como colgar todos los días a primera
hora, en vuestro Facebook, una foto de la playa y de las condiciones. ¿Todas
esas ideas de dónde surgen?
-En ese sentido podemos considerarnos una gran familia. Las
ideas surgen de las propias aportaciones de mi hermano Nacho y su visión como
free surfer, de todo lo que ha ido viendo por el mundo. También de las
aportaciones que hace el encargado de la escuela, que es Ali. La propia visión
de las chicas de la tienda. Y por último mi propia experiencia y mis propias
ideas. El conjunto de todo, con las reuniones periódicas que hacemos, hacen que
surjan nuevas ideas y que la escuela siempre esté viva y creciendo. También viajar
es muy importante. He visitado muchas escuelas por el mundo y he conocido a
muchos directores. Por ejemplo, la escuela de Richard Smith, en California, ahora
la lleva un amigo mío, y hay un intercambio constante de ideas. Y de otras escuelas
australianas que he visitado. Si quieres ser profesional del deporte, tienes
que nutrirte de gente que tiene más experiencia que tú y esto es un poco lo que
hace que te diferencies del resto.
Los inicios en el surf fueron muy familiares (Fuente ECS) |
-¿Digamos que hasta
para las escuelas, que enseñan, la formación es continua?
-El surf nunca es una lección bien aprendida. El mar te
enseña cada día cosas nuevas. Siempre hay alguien mejor que tú, como en la vida
misma. La peña esta que dice ‘¿Qué me vas a contar a mí que tengo 35 años o 50
años?’ es tonta, no se da cuenta que está en proceso de aprendizaje y de
desarrollo como persona y por supuesto como surfista. Eso lo aplicamos también
a la escuela. Somos conscientes de que hay gente por ahí muy buena, que lo hace
muy bien, e intentamos fortalecernos con la experiencia de otros.
-A este respecto… ¿En
el surf se da bastante la figura del que se cree que lo sabe todo?
-En el surfing pasa una cosa muy curiosa. Al principio,
cuando estás aprendiendo, la sensación que produce es de ‘joder, ¡qué malo
soy!, soy muy pardo, me caigo en casi todo’. En cuanto pasas esa barrera de
coral y consigues entrar a un pico, medio buitrear, y conseguir hacerte
derechas e izquierdas de forma independiente y con velocidad y alguna
finalización, eso te provoca una
sensación adrenalínica que te hace alucinar y creerte la hostia. Esa es la
crecida que tienen muchos malos surfistas en el agua, que se vive a diario, de
gente que no tiene ni idea, y se creen los dueños del pico y los mejores. Tú
nunca verás a un buen surfista montando el pollo, o metido en un ‘fregao’. Eso
es típico del mal surfista, que paga su frustración en el agua con los demás.
El buen surfista tiene un grado de humildad y destaca en el agua por su
surfing. El surfing hace creerte muchas veces más que los demás o que haces más
de lo que haces. El floater que creías que te has hecho o el reentry no llega
ni a giro, la ola que te pensabas que era de metro y medio, te llega por aquí
(se señala por debajo del pecho)… Por eso es importante verse en vídeo y tener capacidad
autocrítica. Verte en vídeo te pone en tu sitio y te hace decirte: ‘¡Qué malo
soy!; me queda mucho por aprender’.
-Hablando de esa
pedagogía del surf, ¿qué es más importante para ti, un instructor de surf que
sea muy buen surfista, o un profesional que igual no sea tan bueno en el agua,
pero que sepa transmitir y enseñar los conceptos?
Capi: "Un buen profesor tiene que tener una técnica perfecta". |
-(Sin dudarlo). Las dos cosas. Tanto que tenga capacidad de
saber hablar y que le entiendan los alumnos, y que se exprese bien tanto a los
alumnos jóvenes como a los de una determinada edad. Porque aquí te vienen tíos
de cuarenta y pico años a dar clases de surf. Igual al que estás dando clases
de surf es un profesor de un instituto. Por eso, es importante que entienda lo
que le quieres transmitir, más allá de la esencia del surfing y la pureza de
este deporte. Pero igual de importante que tener una buena pedagogía es ser un
buen surfista y saber por ejemplo leer el mar, ser un gurú de las olas. No
meter a la gente en mitad de una corriente… Dar clases de surf de una forma
eficaz, de tal forma que el alumno aprenda desde el primer día hasta el último.
En este sentido, ha habido una fiebre de titulismo y se ha permitido que
prácticamente cualquiera tenga una titulación de monitor de surf. Nosotros
recibimos casi treinta correos al mes,
uno diario, de gente que quiere trabajar con nosotros y lleva uno, dos años o
seis meses cogiendo olas. O gente que acaba de ser alumna nuestra y se ha
sacado el título y quiere dar clases. Cosas irreales e ilógicas. Es muy fácil engañar
a alguien que no sabe de surfing. Yo a veces escuchó a alguien hablando de
surfing, gente que lleva dos o tres años cogiendo olas, y como hay tanta
información en Internet, o se ha leído una revista, o se ha visto el campeonato
de CT en Fiji, o en Brasil… están muy al día. Les oyes hablar y realmente fuera
del agua parecen verdaderos surfistas. Es muy fácil, aprender la técnica,
expresarse bien y dar clases. Pero luego el surfing es de la orilla para
adentro, ‘Eso’ no se le puede olvidar a nadie. La demarcación de costas de
Cantabria es de la orilla hacia el interior; y capitanía marítima, de la orilla
hacia dentro. Pues el surfing es igual: de la orilla hacia dentro. El resto, lo
que pasa fuera, esta entrevista, es ajeno al surfing. Esta es mi visión más
cósmica (sonríe)… Y la realidad.
El Somo de los Ochenta
-Llevas casi 25 años
dando clases, pero supongo que haciendo surf llevarás unos cuantos más, ¿cuándo
y cómo fueron tus inicios en el surf?
-Comencé en el camping Derby de Loredo con mis primos Dani,
Raúl y Fosi, mi hermano Nachete y mis primas. Tendría unos ocho años. Nuestro
tío Chele, que en paz descanse, nos compró un bodyboard a cada grupo de primos,
con stringer, cola de golondrina y dos quillas. Eso fue hace treinta y un años.
Posteriormente, conseguimos nuestras primeras tablas. Una Jerónimo roja y una
Xpeedin’, compradas por mi tío y mi padre. Yo creo que fui el primero en ponerme
de pie. Al principio surfeábamos en la zona de Loredo, pero enseguida empezamos
a ir a La Roca,
a Las Quebrantas… Con catorce o quince años, veníamos de Santander con la
pedreñera a Somo a surfear, o nos buscábamos gente con carné de conducir para
explorar otras playas. Empezaron los primeros viajes… Empecé a surfear hace 31
años, en Los Ochenta.
-¿Qué o a quién
destacarías de aquel Somo de Los Ochenta?
-(Sin dudarlo) Las figuras de Zalo Campa y Lara Revuelta.
Para mí han sido las dos personas que han vivido el surfing con más intensidad.
Tenían una mentalidad muy avanzada y visionaria y fueron los precursores a la
hora de esponsorizar a chavales. Todos los de mi edad pasamos por el equipo
Xpeedin’ junto a la posterior generación, de Guti, Míchel, etc… Nosotros luego
hemos intentado coger el relevo, pero ellos fueron los que hicieron todos los
campeonatos de surf… Y de una forma muy desinteresada, porque la gente se
piensa que cuando organizas un campeonato de surf es para ganar dinero.
Realmente un torneo es trabajo, pierdes pasta y lo haces para que la gente
compita y suban su nivel de surfing, vean nuevos surfistas y se empapen de
nuevas sensaciones. (Rememorando) Aquí Zalo organizó un campeonato que vino
Nick Lavery, Jorge Imbert, los Fernández… Los conocías de oídas, pero nunca les
habías visto y gracias a Zalo les vimos en el agua. Luego, nosotros hemos
querido hacer un pro-júnior, para que viniesen chavales profesionales y
subiesen el nivel. Y el open que hacemos es muy abierto precisamente para que
venga todo tipo de gente. Surfistas como Jean da Silva, Angelo Bonomelli…
Italianos, brasileños, costarricenses…
-Y regresando al Somo
de los ochenta…
-¿Personajes de la época? Buff, en aquella época personajes
eran todos. Era una época más vivida… No es como ahora que surfea todo tipo de
gente; está todo más accesible. ¿Trajes? Cuatrocientos trajes, de mil colores,
mil texturas, mil marcas, gama media, baja, alta... Antes estaba todo el mundo
muy equiparado, y si venía alguien de fuera, novedoso, llamaba la atención y te
fijabas. Antes estabas solo en el agua veías a tres y te juntabas, ahora ves a
tres y… ¡Te alejas de la peña! A ver si va a ser un loco y te va a gritar
(risas).
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