Para la investigadora del Instituto de Hidráulica Ambiental
de Cantabria (IH), Cristina Izaguirre Lasa (Santander. 1982), las olas son “una radiografía” que muestra la
buena o mala salud de los procesos dinámicos que se producen en nuestras playas.
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad de
Cantabria, Doctora en Ciencias y Tecnologías para la gestión de la costa,
especialista en cambio climático y en clima marítimo, ganadora, en el año 2011,
del premio de la
Asociación Nacional de Constructores independientes (ANCI)
por su tesis doctoral “Estudio de la variabilidad climática de valores extremos
de oleaje”… Cristina posee un expediente que le convierte en la persona idónea para
hacerle todas esas preguntas que el último invierno ha dejado en nuestra cabeza,
junto a las imágenes de dunas partidas, paseos marítimos destrozados y olas
entrando en lugares nunca antes imaginados.
Cristina Izaguirre (fuente IH Cantabria). |
-En la
tesis tratábamos de entender la variabilidad, tanto en el espacio como en el
tiempo, del oleaje extremal (el oleaje asociado a los temporales). El objetivo
era entender muy bien los oleajes extremos del clima presente para poder
inferir cómo cambiarán en el futuro. Para ello, utilizando datos históricos,
estudiamos a distintas escalas espaciales (en todo el mundo, en el sur de
Europa y América Latina y en el Mediterráneo español) cómo cambian los oleajes
extremos según las estaciones, cómo cambian de unos años a otros, es decir, qué
variabilidad interanual sufren en cada sitio, qué relación existe entre los
oleajes extremales del Cantábrico con la Oscilación del Atlántico Norte (NAO) o entre las
olas extremas en el Pacífico sur con el fenómeno de El Niño, y qué tendencia de
largo plazo se ha observado, si el oleaje extremal está aumentando o no en cada
sitio. Una vez explorado el clima actual, lo que hicimos fue definir una
metodología para poder inferir el oleaje extremal en el futuro para distintos
escenarios de cambio climático. Con los temporales de este invierno el tema
está de lo más candente, porque estos temporales pulverizan las estadísticas de
los últimos 60 años, tanto en frecuencia de los eventos como en intensidad.
-Precisamente, la
violencia de esos últimos temporales y este invierno tan numeroso en borrascas
han hecho que se hable abiertamente del ‘cambio climático’… ¿Realmente una de las
consecuencias de este cambio es que los temporales sean cada vez más fuertes y
que a su vez aumente su frecuencia?
-Hace poco ha salido el quinto informe del Panel
Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), que es el principal grupo de
expertos que estudia el cambio climático. Salió en septiembre y recoge los
principales estudios y conclusiones sobre observaciones y proyecciones del clima. En cuanto a las tormentas extratropicales, las
borrascas que nos afectan a nosotros, sí que se ha observado un cambio en su
trayectoria, desplazándose cada vez más a los polos. Es decir, que las tormentas del Atlántico Norte que nos afectan a
nosotros cada vez se desplazan más hacia el norte. En cuanto a los cambios en
la intensidad los estudios no son concluyentes, los resultados encontrados de
cambio tienen mucha incertidumbre. En cuanto a los resultados de las
proyecciones los resultados son también algo dispares. Los últimos estudios
encuentran cambios futuros en la intensidad de los huracanes, siendo cada vez
más intensos los de mayor categoría, pero los resultados respectos a las
tormentas extratropicales no son concluyentes, no ofrecen suficiente
certidumbre. Aquí hay que hacer una aclaración sobre cómo interpretar los
resultados cuando hablamos de proyecciones de cambio climático, sobre cómo será
el clima en el futuro, puesto que hay dos vías de análisis para inferir estos
resultados. En primer lugar, utilizando las observaciones históricas y
asumiendo la inercia del sistema climático, podemos extrapolar las tendencias
obtenidas a un corto-medio plazo. Es decir, si encontramos que, en los últimos
60 años, ha habido un aumento del nivel del mar con una determinada tasa de
crecimiento (mm/año), podemos estimar que, en el año 2040, el nivel del mar
habrá ascendido lo correspondiente a esa tasa, y lo mismo con otras variables
como la altura de ola, por ejemplo. Sin embargo, esta vía de análisis no es
válida cuando nos planteamos un horizonte más alejado, como puede ser el final
del siglo XXI. En este caso, la manera de abordar el problema es mediante
proyecciones basadas en escenarios de cambio climático. El IPCC propone una
serie de escenarios, es decir, de situaciones hipotéticas de cómo van a
evolucionar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a lo largo del
siglo. No son situaciones reales, sino hipótesis para, en función de ellas,
evaluar como evolucionará el clima. En estos momentos hay cuatro nuevos
escenarios, que intentan cubrir una casuística general de posibles evoluciones
de las emisiones, desde seguir parecido a como estamos ahora, a ser más
optimistas, más pesimistas, etc. La manera de evaluar los cambios en el clima
en función de esos escenarios es ejecutando una serie de modelos climáticos
(atmósfera-océano) que alimentados con esas condiciones de GEI, radiación, etc,
nos dirán como aumentará la temperatura del ambiente, la temperatura del mar,
el nivel del mar, como cambiarán la trayectoria e intensidad de las borrascas,
etc. Hoy en día la comunidad científica sigue trabajando duramente en este tema
puesto que temporales como los de este invierno, que nunca se habían registrado
tan seguidos y tan intensos, da que pensar.
-¿De qué forma
afectaría un cambio en la trayectoria de las borrascas a nuestro clima?
-El hecho de que la
trayectoria de las borrascas se esté desplazando hacia el norte tiene
consecuencias en el clima. En la lluvia y en la temperatura. A largo plazo dará
lugar a menos precipitación y temperaturas más elevadas en el sur de Europa y
más frío y humedad en el norte.
-Ya nos has dado un
poco la clave, pero, en lo relativo a este invierno, que la gente dice que no
recuerda uno tan lleno de temporales, vosotros que tenéis, en el IH, registros de
los últimos 50 ó 60 años… ¿Realmente ha sido tan duro, hay registros de alguno
similar o peor?
-Este invierno ha sido excepcional. No tenemos registros ni
constancia de una frecuencia tan grande de temporales como ha habido. De enero
a marzo, prácticamente cada semana entraba uno. Además de la excepcionalidad de
la frecuencia se ha dado también la excepcionalidad de la intensidad, por la
altura de olas registradas. Ha habido otros años con temporales igual de
grandes, pero tan seguidos y tantas veces con oleajes tan extremos no. Además
este año un par de veces ha coincidido el pico de temporal con la pleamar.
El Sardinero, en uno de los últimos temporales de marzo de 2014 (Foto Manel Fiochi) |
-Teniendo en el Instituto de Hidráulica ese
archivo tan grande de temporales del último medio siglo, ¿qué conclusiones
significativas habéis podido extraer? ¿Realmente está cambiando el clima en
Cantabria o sigue las mismas pautas de siempre?
-Una vez conocido el ciclo natural, esos cambios en las
estaciones, o cambios decadales, debidos a fenómenos atmosféricos u oceánicos,
miramos la tendencia a largo plazo, a una escala mucho más larga, unos 60 años,
y sí que en ciertos casos observamos un aumento en la altura de ola extrema en
la cornisa cantábrica.
-En el tema del
cambio climático, parece que siempre existe un grupo de digamos escépticos que
lo niegan y precisamente se escudan en que los registros de datos
meteorológicos, con los que trabajáis los científicos, únicamente recogen los
últimos 60 años y no épocas anteriores. Vienen a decir que al no tener
registros, por ejemplo, del siglo XIX, no podemos saber si en aquel tiempo hubo
fenómenos extremos similares…
-El cambio climático es algo evidente. El aumento de la
temperatura, calentamiento global y aumento del nivel del mar (en el último
siglo, una media de 1,7 mm/año y con una importante aceleración en los últimos
años: entre 1993-2010 una media global de subida de 3 milímetros al año)
es algo que nadie puede negar. Luego hay quien eso lo achaca a un efecto
antropogénico, causado por el aumento de las emisiones de gases de efecto
invernadero, y otros que dicen que no tiene por qué ser así, porque en otros
momentos de la historia también hubo cambios en el clima abruptos.
-¿Entonces, se puede decir que ya estamos
viviendo las consecuencias de la subida del nivel del mar?
-La subida del nivel del mar es algo evidente y progresivo.
No quiere decir que de un día para otro vaya a subir un metro, son unos
milímetros al año (entre 1993-2010, una media a nivel global de tres milímetros
al año), igual por eso no lo vemos como algo que nos afecte, pero ya nos está
afectando.
-Y en qué cosas
prácticas lo podemos notar en la costa de Cantabria...
-Que suba el nivel del mar provoca que la inundación por
temporales que antes se producía una vez cada 50 años ahora o dentro de unos
años se produzca cada 20, reduce el periodo de retorno. Lo que ha pasado en los
últimos temporales, que se ha llevado la duna de Somo, de Liencres o ha
afectado a El Sardinero... Eso lo llamamos un evento extremo de inundación, que
es la consecuencia de varias circunstancias que contribuyen a esa cota de
inundación. En primer lugar, la marea astronómica, lo que todos conocemos por marea
a secas, y la que sabemos perfectamente cuándo sube y cuándo baja, y es la
sobreelevación de agua debido a la atracción de los astros, luego, la
marea meteorológica, que es la sobreelevación
del nivel del mar como consecuencia del viento y del déficit de presión,
que viene asociado a una borrasca, la sobreelevación debida al oleaje -cada vez
que viene una ola se produce una subida del nivel del mar- y por último también
el aumento del nivel medio del mar, a la que contribuyen la expansión térmica, como
consecuencia del calentamiento global (al aumentar la temperatura el agua se
expande), y el deshielo (el aumento de temperatura contribuye al deshielo de
glaciares y otras reservas de agua continentales y las principales placas de
hielo de La Antártida
y Groenlandia).
La suma de todos estos factores es lo que provoca un evento extremo de
inundación. Lo que antes ocurría una vez cada 50 años, en el futuro ocurrirá
mucho más frecuentemente, porque uno de los factores (la subida del nivel medio
del mar) está aumentando. El nivel del mar y las olas llegarán mucho más lejos
y más frecuentemente. Se producirá un aumento en la intensidad y en la
frecuencia en cuanto a inundación, pero también nos veremos afectados en cuanto
a erosión en las playas. La subida del nivel del mar hace que nos vaya comiendo
más la duna, la berma de la playa o lo que sea.
-Sin llegar a esos casos extremos
de inundación, ¿la interacción de la marea astronómica con el aumento del
nivel medio del mar, hará que las mareas sin necesidad de tener mucho
coeficiente se internen más en tierra, hará esto por ejemplo que solo
tengamos playas en marea baja?
-El
hecho de que suba el nivel del mar hará que perdamos parte de las playas o
zonas bajas por inundación permanente (lo que quedará bajo el futuro nivel del
mar) y que el agua llegue a zonas que antes no se inundaban en la pleamar.
Además de inundar, la subida del nivel del mar también genera erosión en las
playas. Para adaptarse a ese nuevo nivel del mar, las playas pierden arena de
su parte superior (la zona seca) y la desplazan a la zona baja (sumergida), un
poco como lo que ha pasado en estos temporales, que se puede ver el mordisco en
las dunas, por ejemplo en Liencres. A este respecto hemos elaborado un estudio
para la Oficina
Española de Cambio Climático (OECC) sobre las consecuencias
del cambio climático en la costa del Cantábrico debido a inundación permanente
y eventos extremos de inundación. En el estudio hemos evaluado, para distintos
escenarios (distintos supuestos de subida de nivel del mar, evolución de la
cota de inundación y evolución del sistema socioeconómico), las consecuencias
socioeconómicas y medioambientales para mediados y finales del siglo XXI. En
estos momentos la OECC
está corrigiendo el informe y próximamente lo publicará.
-Mencionas los
últimos temporales y la erosión en las playas, ¿cómo afectan estos temporales
extremos a los fondos de arena, a los picos? ¿Se regenerarán?
-Dentro de lo que es el ciclo normal de las playas sí. Las
playas están en un equilibrio dinámico, durante el invierno no tienen la misma
pinta que en verano. El perfil de playa cambia. En invierno, se produce una
erosión mayor y la arena baja a la parte sumergida de la barra, y, durante el
verano, va subiendo poco a poco la barra otra vez. ¿Qué pasa con estos
temporales? Han sido tan fuertes, que han comido mucho la parte seca de la
playa y arrastrado la arena a la parte sumergida. Si eso no está dentro de la
variabilidad natural, puede que se haya llevado la arena mucho más al fondo y
que no le dé tiempo a recuperarse para el verano, dentro de su ciclo normal. Y
en el peor de los casos, si se ha llevado la arena muy lejos de lo que es la
playa, puede que esa arena se pierda del sistema. Por ejemplo, en La Maruca, hace unos años
había arena; hasta el 2008, en que los temporales se la llevaron y no ha
vuelto. Si los temporales sacan la arena de los sistemas es probable que no
vuelva. En teoría sí que se recuperarán las playas, puede que tarden un poco más,
por la fuerza de los temporales que ha habido, pero se recuperarán… Por ahora…
-Has hablado de La Maruca que perdió su arena
en 2008, ¿qué ocurre, por ejemplo, con playas como La Magdalena, que, en la
actualidad, hay que hacer reposiciones de arena anualmente?
-La playa de La
Magdalena no es una playa estable. Allí no hay arena. Nunca
la ha habido. La zona del muro del campo de Polo es una ensenada de rocas y de
manera natural no debería haber arena porque las corrientes hacen que se mueva
y desaparezca de ahí. Por un motivo turístico o el que sea todos los años se
tiene que regenerar estacionalmente, porque cada vez que llegan los temporales,
en invierno, desaparece la arena; pero no es motivo de cambio climático, sino
que de forma natural ahí no debería haber arena.
Medidas de adaptación
-Desde las
administraciones se asegura que las playas estarán listas para el verano, ¿de
alguna forma no se está todo reduciendo a un simple lavado de cara y se está
obviando una mayor gravedad del problema? ¿Se podrían tomar medidas más profundas?
-Desde mi punto de vista habría que tomar medidas de
adaptación y deberían irse tomando
desde ya, puesto que los efectos del cambio climático son evidentes y los vamos
a ir sufriendo cada vez más. Yo ahora estoy trabajando en una línea de
investigación que es ‘Impactos y adaptación al cambio climático’. Si ahora lo
que hacemos es poner todo tal cual estaba antes, es muy probable que cuando
vengan nuevos temporales pase lo mismo, ocurran los mismos tipos de daños.
-Alguna medida
concreta…
-Para evitar o intentar minimizar estos impactos la estrategia es
adaptarse, pero para ello es necesario hacer estudios sobre cuál es el riesgo y
cuáles son las medidas de adaptación que se pueden tomar. Hay muchos
tipos de medidas. Se puede intentar proteger la costa, se puede optar por un
retroceso de la costa, por un ‘Abandono’… Si las olas nos están llegando hasta
aquí, nos podemos proteger con medidas de adaptación rígidas, como construir un
dique, o medidas de adaptación más blandas como regenerar una duna, o crear una
playa; o manglares y
arrecifes de coral en otras zonas del mundo. O decidir abandonar una
zona e irnos más atrás, que puede ser de lo más sostenible que haya; pero para poder determinar la estrategia, las
políticas y medidas adecuadas es necesario hacer un buen diagnóstico del
problema para no volver a caer en errores del pasado y, por ejemplo, no
construir casas donde no se debería.
-Antes nos has hablado de El Niño y de la NAO... ¿Qué son realmente estos dos fenómenos y cómo nos afectan?
-Por último, también eres surfista, el hecho de hacer surfing, ¿te ha ayudado a
comprender mejor las olas, su mecánica, sus ciclos?
-El surf me ha ayudado a ser más
observadora de la naturaleza, a intentar
entender un poco mejor los procesos, por qué la arena está aquí, está allá...
El surf me ha hecho comprender que las olas son una radiografía del fondo, te
enseñan a entender dónde está colocada la barra, cómo se sitúa la arena.
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