Darse una
vuelta por el pico y echar un vistazo a las tablas de los surfistas invita al pensamiento
y la reflexión. Nunca el surfista ha tenido tanto donde elegir para crear su quiver,
pero la hegemonía de la tabla corta de tres quillas es total y absoluta. Desde hace unos años, al ‘mágico’ thruster se
le viene atribuyendo, de forma invariable, en exclusividad, una serie de
valores y ventajas sobre el resto de tablas, sin tener en cuenta otros factores
decisivos para un deslizamiento óptimo, como el nivel del propio surfista y la calidad
de las olas. Tal vez, el prestigio que tienen las tablas realizadas por un
determinado shaper tenga algo que ver con que las usan los mejores surfistas
del planeta o que se emplean en los mejores spots del mundo, en las mejores
condiciones posibles, tras días o semanas de espera, durante las competiciones.
Para ser más ecuánimes, habría que trasladar estas tablas de competición a
spots locales, autóctonos, en días normales, en baños rutinarios y en surfistas
medios y ver lo que pasa. Entonces, sí que nos podríamos hacer las siguientes
preguntas: ¿Es realmente la mejor tabla para tanta gente? ¿Es lo más versátil y
adecuado que existe para un surfer que, esté la marea alta o baja, este grande
o pequeño, bueno de viento o tocado, se mete siempre con la misma tabla? ¿Puede
haber gente que sacaría más rendimiento de sus baños habituales o de sus
condiciones técnico/físicas con otro tipo de tabla? Dicho de otro modo ¿puede
haber gente que no sabe lo que se está perdiendo o se esté estancando en su
evolución por culpa de estar usando una tabla simplemente porque es la que usa
todo el mundo o el campeón del mundo?
Sobre este tema, Manel Fiochi, que tuvo un
peso decisivo, en España, en cuanto a la evolución de las tablas y del estilo
se refiere, y se le puede considerar uno de los importadores del surfing moderno y de
muchas de las maniobras actuales, se muestra claro y contundente a la hora de recordar
el papel de las olas como determinante en la efectividad o no de una tabla: “Olas buenas con cualquier tipo de tabla disfrutas”.
Respecto a la gran hegemonía de la tabla
corta, fenómeno que en su época ya empezaba a palparse y hoy en día es crónico,
Manel lanza la siguiente hipótesis: “Las tablas de repente fueron disminuyendo
paulatinamente de tamaño y por narices si no tenías la más pequeña, no eras
PRO, por otra parte, que es lo que critico, y como Cantabria no es Hawai, se
tenían tablas inadecuadas para el 90% de las olas que realmente podías
encontrar en casos normales”.
El apunte de “tenías que llevar una tabla
pequeña por narices para ser un pro”,
viene que ni pintado para poner de
manifiesto ese fenómeno de hoy en día, que es el reparo que tiene la gente a
llevar tablas de volumen por miedo a ver su reputación mermada, o su antigüedad
disminuida a ojos del prójimo. Un prójimo que pone mala cara, los días que las
olas no son muy cañeras, cuando un surfer osa irrumpir en el pico con una tabla
de mayor volumen. Es entonces cuando la hegemonía del thruster se pone en
entredicho y el incondicional thrustero, en lugar de asumir que su tabla, como
todas, tiene lagunas, y acatar el precio de jugar en ese black jack lleno de
variables que son las olas, siempre a la misma carta, recurre a los malos
gestos, a la intimidación o argumentos alegales y extraídos de la manga, como
un tahúr que no reconoce su propia derrota, de que los tabloneros no pueden
acaparar el pico y tienen que compartir las olas.
La conclusión de
Manel, tras casi cincuenta años de surf, y habiendo conocido de primera mano
la evolución de las tablas, es de una contundencia esclarecedora:
“Con olas buenas
cualquier tabla, grande o pequeña vale para ir con velocidad, que es lo que hay
que conseguir. Ir lo mas rápidamente posible para poder hacer alguna que otra
maniobra.; pero aquí en general está malo de narices, así que cambiamos de
tabla creyendo que nos irá mejor, y es una equivocación, porque el problema no
está en la tabla, está en las olas. Esto que digo puede sonar fatal, pero pasar
un verano en Biarritz, te haría pensar así y preguntarte por qué en Cantabria
las olas son tan malas y aquí (por Francia) tan buenas. Es porque a veces el
mundo es injusto, pero sería peor si viviéramos en Palencia o ,Burgos, eso sí
que sería una putada”.
Unas palabras, las de esta leyenda del surf español, que recuerdan a la conversión sufrida por Nat Young, que pasó de ser a
finales de los sesenta, el profeta que anunciaba con rotundidad el fin de la
era de la tabla larga y del estilo noseriding, a rectificar y apadrinar años
después el campeonato mundial de longboard. Young, al igual que Fiochi,
recuerda “la necesidad de usar el vehículo
apropiado a cada situación, ¡Y a veces
eso significa una tabla larga!”.
Preguntas surfexistenciales que se
resumen en una sola: ¿quién se tiene que adaptar, la tabla al surfista o el
surfista a la tabla? En una época donde el abanico de tablas, la existencia de
talleres son tan grandes y el comercio internacional o Internet te permiten
adquirir cualquier tipo de tabla en cualquier lugar del planeta, la respuesta
parece evidente.
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