lunes, 28 de enero de 2013

Jack Palance, surfing y el significado de la vida



  No sé si es por la edad, que ya vamos teniendo unos años, o por los tiempos convulsos e inciertos que nos ha tocado vivir, pero se observa en el entorno una epidemia  de desorientación y decaimiento absolutos. Los síntomas se manifiestan en forma de cuadros de ansiedad, de angustia y de hacerse todo clase de preguntas del tipo ¿por qué hice esto?, ¿por qué no estudié esto otro?, ¿qué debo hacer ahora? En los enfermos más graves las preguntas se sustituyen por afirmaciones contundentes del tipo “he perdido el tiempo”, “he malgastado mi vida”, etc…
 En esta situación, se tiende por lo general a buscar soluciones fuera de nosotros. La gente acude esperanzada a la sección de autoayuda de las grandes librerías, esperando encontrar respuestas a sus angustiosas preguntas, como por arte de magia, tras abrir las tapas de un libro. Hay también quien busca remedio en los exóticos gurús del sudeste asiático con variopintos nombres o, más de andar por casa, enciende una vela al santo o virgen de turno prometiendo que, si recibe una señal, cumplirá la más estrambótica promesa. Otros se van al Decathlon y se compran una tabla y un traje de neopreno (eso explicaría lo abarrotado de los picos), se inscriben en un curso de parapente o se meten en un club de moteros…
 Reflexionando sobre las crisis generacionales en particular y existenciales en general, de las que nadie está inmunizado y todos pueden sufrir recaídas, me he encontrado con unas hermosas palabras que aparecen en una nada pretenciosa comedia de inicio de los noventa, Cowboys de ciudad, que nunca pasará a la historia de la cinematografía con letras de oro, pero cuyo mensaje sí merece ser tenido en cuenta y, en un momento dado, puede incluso a quien pueda ayudarle. La frase la dice el inolvidable Jack Palance, famoso, entre otros papeles, por dar vida al revolucionario mexicano Jesús Raza, en Los Profesionales de Richard Brooks, y al malvado de esa obra maestra del cine del Oeste que es Raíces Profundas (Shane), de George Stevens.
Supongo que muchos cuando lo vean, pensarán automáticamente en el surfing y ya sabrán a lo que tienen que aferrarse con fuerza cuando les sobrevengan las preguntas. Eso que tienen ganado.
 
¡Gracias Surf, gracias Cine y gracias Jack Palance!


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