Hubo
un tiempo en el que, cuando estaba en el agua, mi mayor preocupación era
progresar a toda costa. Mi preocupación era tan grande, que acabó por
convertirse en una obsesión, obsesión que a su vez desembocó en frustración,
cada vez que salía del agua y me percataba que estaba exactamente igual que
cuando había entrado. Estado al que sin duda nada beneficiaba mirar al agua y
ver las maniobras que se cascaban los demás en el pico.
Con los años, fui
aprendiendo que en el surfing lo mejor es fluir, dejarse llevar y la progresión,
si es que llega, llega por sí sola. Y si no, da igual, porque hago lo que me
gusta.
Fluir
es un estado que no se enseña ni se aprende. Una fusión en la que surfista,
tabla y ola se funden en uno. Quien lo probó lo sabe. Y el que no, corre el serio riesgo de
convertir el surf en una férrea disciplina atlética; y sus sesiones de olas, en
sus duros entrenamientos. Be wave, my friend!
No hay comentarios:
Publicar un comentario