Tengo profundas lagunas culturales, más bien lagos Titicaca
o Victoria, y no conocí de la existencia
del pintor Antonio Gómez Bueno hasta agosto de 2009 (espero que si lee esto, me
perdone); concretamente cuando Florian Carlo organizó una fiesta de
presentación de una exposición suya en su tristemente desaparecida The Flying
Longboarders.
Portada de mi segundo libro, realizada por G.B. |
Por aquel tiempo acababa de sacar mi primer libro, Surf or
die… of laughter, estaba escribiendo otro y viendo su obra, su estilo colorido
y desenfadado, su sentido del humor ácido y su inspiración en el universo de las
olas… se me encendió una especie de lucecita y se me ocurrió que era perfecto
para hacer la portada. Sin conocerle en absoluto, lo googleé y encontré su
página personal. Le escribí, le conté mi problemática y ¿adivinan? ¡Gualá! Me
contestó y encima desde China. Y digo esto, porque algo que parece de lo más
normal, que le escribas a alguien, le cuentes una cosa y te responda no es ni
mucho menos moneda de cambio habitual
hoy en día. Se lo aseguro. Mucho menos cuando eres un desconocido, estás
empezando en algo y al que escribes es alguien que profesionalmente tiene un
prestigio, una carrera y un reconocimiento.
Poco a poco, fui indagando en su persona, en su obra y fui consciente de
mi atrevimiento, de mi inconsciencia y de la dimensión artística del creador
al que había escrito. Me entró cierto vértigo, que se acabó convirtiendo en
ataques de ansiedad y taquicardias, cuando posteriormente y sin hablar en
ningún momento de dinero, acertó mi encargo e incluso me pidió, en un alarde de profesionalidad, que le mandase
algún capítulo del libro para inspirarse. Supongo que nadie o muy pocos de los que lean
esto hayan leído mis relatos, pero el hecho de que un escritor aficionado que
se autopublica ediciones con tiradas tan numerosas como la población de
Urogallo en la cornisa cantábrica (y sospecho que algún ave se quedaría sin su
ejemplar) llamara a las puertas de Gómez
Bueno para sugerirle que le hiciese la portada de su próximo libro es algo así como que uno llame a Steven Spielberg
o Martin Scorsese para hacer el reportaje de su boda o de su último baño con
los colegas en El Sardinero.
Magistral portada de la cuarta entrega a cargo del genio cántabro |
El caso es que pese a estar afincado en California, tener
expuestas obras permanentes en algunos de los museos más importantes de Los
Ángeles, acudir anualmente a algunas de las exposiciones de arte más
importantes del planeta (Arco entre otras), firmar los carteles del Festival
internacional de Salinas durante tres años, de un concierto para Metallica…. Finalmente Gómez Bueno realizó las portadas de
mi segundo y mi cuarto libro. Y no he tenido que vender ninguno de mis riñones
ni estoy pagando ningún crédito de Cofidis. Pudo hacer la del tercero, pero
tras ver el tiempo y el esfuerzo que había invertido en la del segundo, tiempo
que había sacado entre numerosos proyectos, decidí no solicitárselo y posteriormente
fui reprendido por ello, porque le habría encantado colaborar en Surf or die of
laughter 3 (La última y me salgo).
¿Por qué estoy contando todo esto? En los últimos tiempos,
veo que muchos de los pueblos de Cantabria que han confiado en el surfing para
vertebrar y dotar de contenido a su oferta turística están realizando
paralelamente una serie de actuaciones artísticas para que sus calles tengan
una atmósfera más surfera. Muralistas, grafiteros, artistas especialistas en
arte urbano… Todos están llenando los puntos neurálgicos del surf en Cantabria
(Suances, Somo, Santander) de colores y formas. Me enteró de proyectos a través
de las páginas de los periódicos, o simplemente voy a coger olas y me encuentro
cada vez más murales en paredes, edificios o en rincones cercanos a la playa. Los
leo y los veo y aunque no me desilusionan siempre veo con cierta tristeza que
nunca encargan uno de estos murales a Gómez Bueno, o que nunca organizan una
exposición o ahora que está tan de moda, le dotan de una estrella al genial pintor. Me parece injusto por muchos motivos, en
primer lugar por la dimensión artística
del personaje, pero también porque Gómez
Bueno es uno de los nuestros, es un surfista y es cántabro. Y tener un montón
de murales con motivos surferos y carecer de la obra del artista cántabro surfista
más internacional es como si en el MAS o en cualquier museo de arte cántabro
que se precie faltasen Solana, Riancho,
Blanchard , Gran, Quirós o los hermanos Calderón… Especialmente sangrante me
parece la ausencia de un mural suyo en Suances, localidad de la que es
originario, local mitíquisimo de Los Locos, y a la que acude puntual todos los
veranos.
Actuación urbana de Gómez Bueno en un colegio de Los Ángeles. |
El único motivo que siempre se me ocurre para explicar esta
terrible laguna, casi tanto como las mías culturales, es que como vive en
California los todopoderosos comisarios, concejales o los encargados de
seleccionar a los autores con criterios imparciales y escrupulosamente ceñidos
a méritos creativos lo deben de ver como
un artista inalcanzable. Entonces recuerdo mi propia historia con mi portada y
sé que esto no es cierto, y que tal vez la próxima vez que organicen una
edición de arte callejero podrían escribirle (yo les doy el correo) para
proponerle algún proyecto en su tierra. Mientras tanto, cada vez que vaya a la playa
y mire a las paredes, a los edificios... seguiré pensando lo mismo: me sigue faltando
algo Bueno en Cantabria.
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