martes, 24 de marzo de 2015

Manel Fiochi en Staf Magazine

Todo lo que se pueda escribir para intentar preservar la leyenda de Manel Fiochi para las generaciones futuras es poco. En cada entrevista, en cada charla, Manel me sorprende con nuevas reflexiones. Reflexiones que más que hablarnos del surf nos hablan directamente de la vida. Por encima de un discurso un poco galimatías y no  muy lineal, siempresobresale una idea. Una idea que por su claridad y su sencillez nos resulta perturbadora. En la última entrevista que aparece en Staf Magazine, me quedo con la síntesis que hace para  resumir la historia de todo atleta (profesional o aficionado) en su deporte. Un aviso para navegantes y para los que proclaman a los cuatro vientos que surfearán hasta que mueran. Y que está directamente emparentado con el que sale en el Gran Miércoles y que a los surfistas de pro, de tatuaje, furgona y gorra volcom, tanto exacerba: "Nadie surfea siempre".   Experiencia vital frente  teorización pardillesca.
http://stafmagazine.com/news/manel-fiochi/


-Empiezas a subir y luego alcanzas una meseta, hasta que por ley de vida bajas. Pero ésa es la historia de todo deportista y en todos los deportes. Y yo como no soy  Superman me ocurre lo mismo.
Pincha aquí para leer la entrevista. Muchas gracias.

domingo, 22 de marzo de 2015

Durmiendo con el enemigo




Últimamente, viene surgiendo en la prensa, cada cierto tiempo, noticias que no hacen sino mostrar la intención de las administraciones locales (ayuntamientos) de meterse a regular (más bien fomentar), en profundidad, la práctica del surfing en las playas.
Seguramente, alguien, al leerlas, habrá gritado: “¡Aleluya!”; pues fundamentalmente, en los meses de verano, la necesidad de regular la actividad es imperiosa. Pero a mí francamente al venir de quién viene, este tipo de noticias de regular y fomentar el surfing  lejos de tranquilizarme no hacen sino generarme desasosiego. Dicho de otra forma, me suscitan un sinfín de dudas. Dudas como las siguientes: ¿Qué criterios se van a fijar para regular? Si éstos son los mismos que han utilizado en los últimos 20 o 30 años en temas urbanísticos, nos podemos echar a temblar. A la hora de fijar estas pautas hablan de sostenibilidad, pero ¿de qué desarrollo sostenible hablan? Si este va a ser el mismo que el empleado para desarrollar las edificaciones en primera línea de playa tal vez sea mejor que dejen las cosas tal y como están. Si el espejo o el mejor vaticinio de lo que nos deparará a los surfistas los meses de verano, en los próximos veinte años, es el caótico y heterogéneo modelo urbanístico (megabloques, macrourbanizaciones, callejuelas) y turístico (de terrazas, chiringuitos) que impera en las ciudades costeras, es motivo más que suficiente para que un escalofrío sacuda nuestra columna cuando leemos estas noticias.
No nos llamemos a engaño el progreso de este deporte es una realidad imparable y no podemos ni debemos poner puertas al mar. El mismo derecho tenemos de disfrutar de este deporte y de descubrirlo los que empiezan hoy que los que lo hicieron hace 20 años, pero no podemos olvidar la propia idiosincrasia del surfing. En este caso, la amnesia selectiva resultaría suicida. La masificación incontrolada mataría el encanto y nuestra propia pasión por las olas al igual que la proliferación de chalets en los noventa y principios del s.XXI mató el de muchos de nuestros favoritos rincones de la costa. Lo asesinó, para no volver. Los que empiezan a surfear hoy se merecen un mínimo de condiciones (y no de olas, sino de tranquilidad, seguridad y paz) para que puedan disfrutar del surfing como nosotros disfrutábamos hace veinte años. Ir a hacer surfing no debe convertirse en ir a la guerra ni en algo que nos genere ansiedad, estrés, mala leche o nerviosismo, para eso ya tenemos los atascos, la oficina o actividades de la vida diaria, para las que el surfing siempre ha sido el mejor bálsamo.
 Los gobernantes ahora han creído descubrir en el Surfing una nueva gallina de los huevos de oro, al igual que antes lo descubrieron en otras actividades, pero la gallina, a parte de recogerla los huevos, requiere una serie de cuidados, para no matarla. Entre las toscas y ya casi románticas pintadas callejeras de Locals Only, que han desaparecido como por arte de magia de la playa (intuyo que muchos de los que las hicieron, en su día, ahora han hecho de la actividad de mostrar los secretos de sus spots, al antaño odiado turista, su modus vivendi), y los pulcros actuales carteles oficiales de bienvenidos en varios idiomas deberíamos buscar un equilibrio o un punto medio; de lo contrario corremos el serio peligro de que el surfing se vulgarice –que no democratice- hasta extremos insostenibles. Ojalá que los surfistas, como conocedores de su deporte, de su filosofía e historia, sepan gestionar este desarrollo de forma sostenible, en equilibrio y armonía, sin necesidad de ingerencias ajenas de legisladores en cuyo diccionario los términos regular y fomentar son sinónimos.
Puedo resultar demagógico o perroflauta, pero vivimos en un país con cientos de problemas y más graves; nuestros representantes deberían ponerse manos a la obra para solucionar las grandes cuestiones que preocupan al ciudadano de a pie y dejar el surf tranquilo. Si lleva sin ingerencias 60 años, puede pasarse perfectamente sin ellas otros sesenta. En cambio, si los políticos se meten a regularlo, puede ocurrir como las diputaciones, las cajas de ahorro, la educación, la sanidad…
Por favor, dejen el surfing tranquilo