En un país de tabernas irlandesas donde tras la última e irrechazable oferta del agresivo comercial de bebidas de la zona, consistente en diez mesas, cuarenta sillas y ocho sombrillas para la terraza, no queda de irlandés ni las cervezas del cañero, se agradece un establecimiento a pie de playa como el que ha montado el surfer Alejo Solar en Suances.
La Surfería no es el enésimo bar que aprovechando la imparable moda del surf que sufren nuestras costas ha decidido subirse a la ola, intentando hacer el agosto a costa de vender cervezas, cafés o raciones de rabas a los surfistas sustituyendo donde antaño estaba el póster del Madrid de la décima o el reloj del Barcelona o de puritos Reig por un cartel del Gran Miércoles o de The Endless Summer. La Surfería es un bar de surfistas para surfistas. Un local con atmósfera y ambiente surferos donde reponer fuerzas comentando con los amigos el último baño o tomarse un gin-tonic una tarde sin olas sin el runrún de fondo de las invocaciones a la madre del colegiado del partido del Canal Liga.
En teoría, las tiendas, los bares que frecuentamos reflejan
la personalidad de sus propietarios; pero la realidad nos dice otra cosa.
Merced a las franquicias, una tienda es igual aquí que en Helsinki. Otras veces,
los dueños dejan el aspecto de sus locales en manos de un diseñador de
interiores o de un prestigioso estudio que cobran un pastón por unos conceptos
y proyectos incomprensibles para el común de los mortales. El Marketing también ha hecho mucho daño con sus
análisis de mercado y sus estudios de promoción en punto de venta. Por fortuna,
todavía quedan románticos que optan por darles a sus negocios un toque
personal, que les gusta imprimirles su sello o dejar su huella de identidad.
Por eso, cuando me enteré que Alejo Solar (Torrelavega, 1973) dejaba su tienda
de surf, en la ciudad, después de 20 años, para instalarse en Suances
(Cantabria), a pie de playa, tenía ganas de ver su nuevo negocio. Bajo el nombre de La Surfería, Alejo reúne,
bajo el mismo techo, lo que ha estado haciendo toda su vida, impartir clases de stand up paddle y surf y
dirigir una boutique surfera, y le suma ahora bar, restaurante y próximamente
hotel. Además organiza conciertos, exposiciones, recitales poéticos… Un garito con alma y ambiente surferos que es
la fiel expresión de su propietario.
-¿Cómo definirías
este nuevo proyecto que has emprendido: La Surfería?
-Tal y como reza uno de los eslóganes que le hemos puesto: “La Surfería es mucho”,
porque va a englobar muchas cosas. La idea es que La Surfería no sea un bar, que no sea una tienda, que no
sea una escuela. Que sea todo a la vez; que el que venga aquí tenga la
sensación que puede hacer todo… Que pueda darse un baño con nosotros, tomarse
una cerveza, dormir en nuestras habitaciones. La idea es ésa, que lo sea todo.
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