Roberto Sánchez, durante un descanso en su taller. |
En medio de la entrevista, Lulen, ajeno por completo a mis carencias de espacio y a mis motivos extrasurfísticos a la hora de decantarme por una tabla, me brindó esta frase:
"Un surfista es el repertorio de maniobras que
tiene, la profundidad del surfing que tiene o no tiene... Su quiver... Si tú juegas al golf, necesitas al menos ocho
palos; si no, no puedes... Sí puedes, pero entonces ni es golf ni es surfing.
Si tú quieres practicar surfing vas a necesitar tablas para olas con masa de
agua, para olas de fondo de arena, para reef, para un metro, dos, cinco, para
días que estoy contento, para días que estoy triste y tengo una lesión. Yo
tengo 20 tablas operativas, me gustaría tener 10 más. De esas veinte, uso dos o
tres el 80% de mi surfing, pero necesito esas otras para completar mi surfing.
¿Hablamos de surfing o hablamos de que yo solo hago esto? (pone sus dedos
pulgar e índice marcando una medida ínfima). De esta actividad solo desarrollo
una parte. También es una realidad. Es algo que respeto y que con mis palabras
no intento ni mucho menos desprestigiar. Hay gente que sólo se mete en verano y
con chaquetilla; pero claro, dime qué tienes en tu quiver y te diré qué tipo de
surfer eres. Yo hablo de gente comprometida, qué tiene el máximo número de
tablas, discute con su mujer por ello, por madrugar e ir a la playa. Tiene el
veneno dentro y se juega muchas cosas cada vez que se mete en el agua.
A cada uno, estas palabras le suscitarán un tipo de opinión. Habrá quien sienta su ego surfero atacado y se pondrá a la defensiva diciendo que no tiene dinero para comprarse 30 tablas... No creo que el trasfondo de esta frase sea una cuestión económica; pero para mí la reflexión está clara e invita a la autocrítica. ¿En qué clase de surfista me he convertido que supedito la dimensión de una tabla al espacio que queda libre en mi coche? ¿Qué queda de aquel surfista que supeditaba su tabla al tipo de surfing que aspiraba a hacer, o a las olas que le gustaban? Indudablemente, con 15 o 16 años, sentí el fuerte picotazo del bicho del que habla Lulen, pero los derroteros por los que me ha conducido la vida, ha hecho que de forma imperceptible y gradual aquello que en su día era tan importante, ahora sea algo más bien secundario, por no decir anecdótico.
A lo largo de la entrevista, Lulen regala otras perlas que se pueden leer en stafmagazine...http://stafmagazine.com/features/roberto-sanchez-lulen/
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