viernes, 17 de enero de 2025

Rescates a surfistas. ¿Quién debe pagarlos?

  
Las playas son promocionadas como parques de atracciones.


  En los últimos meses, Cantabria ha sido noticia por una serie de rescates a deportistas que requirieron grandes despliegues tanto técnicos como humanos sobre el terreno. Sucesos acontecidos tanto en cuevas como en montes de Cantabria, que aparte de haber sido como dicen ahora “trending topic”, han ido acompañados de una considerable controversia social unida a la recurrente pregunta de quién debe correr con los gastos que genera socorrer a los accidentados. La práctica del surf tampoco es ajena a esta polémica, pues, aunque no suele ser muy habitual que un surfista tenga que ser rescatado del agua en helicóptero o en barco, a veces pasa y entonces el debate está servido. Mientras que en el caso de la montaña y de la espeleología, los partidarios de que el rescate debe de correr a cuenta del accidentado defienden que debe ser así , siempre y cuando, éste haya decidido echarse al monte cuando había un parte meteorológico que anunciaba circunstancias adversas, o no llevaba el material o preparación necesarias, en el surf la cosa no parece estar tan clara, en un deporte en el que precisamente sus practicantes requieren de situaciones marítimas adversas para poder disfrutar de las olas. 

  El caso más reciente en el que un surfista, o mejor dicho, un practicante de surf, requirió de equipos de emergencia para salir del agua aconteció el pasado 8 de diciembre de 2024, fecha que no es en absoluto baladí, en el que un madrileño de 30 años tuvo que ser rescatado en las Rocas de Punta Ballota, en Suances. Para que el hecho tuviera un desenlace no trágico hubo que movilizar al helicóptero del Gobierno de Cantabria, policía local de Suances, bomberos de Torrelavega, Guardia Civil y los equipos de intervención terrestre de Protección Civil. Como es lógico, la difusión de la noticia generó el mencionado debate social y la posterior pregunta de quién debe correr con estos gastos. 

  Una pregunta que ni mucho menos puede considerarse retórica, pues requiere una respuesta clara, concisa, contundente e inequívoca por parte de unas administraciones públicas que se mueven en el más absoluto de los inmovilismos, provocando que las dos o tres veces que ocurren al año hechos similares se reproduzca de forma puntual la misma y ya algo cansina polémica. Tal vez, la creación de un grupo de trabajo en el que aportasen sus diferentes puntos de vista responsables de las diferentes federaciones deportivas afectadas o practicantes expertos ayudaría a contar con una normativa a la que sujetarse para decretar quién debe pagar un rescate la próxima vez que ocurra un incidente de estas características. Mientras tanto, la propia comunidad surfera parece tenerlo muy claro sobre la cuestión de quién debe pagar los rescates a surfistas en apuros.

  David García, Capi, fundador de la primera escuela de surf en España, con más de 40 años de práctica ininterrumpidas del surfing a sus espaldas, viajero impenitente y conocedor de las olas más extremas del planeta, lo tiene bastante claro y considera que este tipo de accidentes ocurridos en el mar y protagonizados por surfistas deberían ser costeados por “todos”, al igual que ocurre en la montaña o “si te despeñas con una bicicleta por un barranco por Alisas”, o si “a uno le coge la niebla en el monte y se pierde”. A su juicio, a la gente le gusta hablar mucho de la “responsabilidad”, pero “por la misma regla de tres” que establece que un surfista tiene que pagar por la operación de rescate empleada para sacarle del agua, podríamos preguntarnos que un accidente de tráfico en el que hay que sacar a un tío del coche y evacuarlo en helicóptero qué es.

   Otro de los que se pronuncian es Alejo Solar, local de la playa de Los Locos, pionero del SUP en España, empresario surfero y copropietario de La Surfería, en la playa de la Concha, otro mítico arenal de Suances. Alejo no responde ni con un sí ni con un no la polémica, pero aporta un punto de vista que igual hace que los que se decantan rotundamente por la postura de que el surfista madrileño debería pagar el rescate se lo piensen dos veces. Alejo recuerda que los surfistas a lo largo del año sacan a muchas personas del agua. Rescates, auxilios, intervenciones como el que saltó a los medios en el mes de diciembre, pero que a diferencia de éste, no tienen ninguna repercusión mediática, pero que sin duda son vitales para el que es sacado del agua por el surfista o los surfistas. El rescate aislado de un surfista presuntamente temerario o inconsciente no debería ocultar la realidad de que los surfistas salvan muchas vidas a lo largo del año. Los surfistas locales constituyen muchas veces un cuerpo de socorrismo de élite gratuito los 365 días del año. Los surfistas no cuestan dinero, se lo ahorran a las administraciones y a los mismos contribuyentes que ahora claman para que un surfista pague su rescate. Máxime en unos arenales que solo tienen servicio de socorrismo de junio a septiembre. Tres meses que pese al cambio climático, la modificación de los hábitos vacacionales de la gente, que esparcen sus periodos libres a lo largo del año, a ningún dirigente se le ha ocurrido cambiar o ampliar. 

   Anteriormente, se subrayaba como importante la fecha en la que acontecía el siniestro del surfista madrileño, porque aconteció un 8 de diciembre, en pleno “macropuente de la Constitución”. Unos días marcados en rojo por muchos empresarios de la hostelería que esperan, como agua de mayo, la llegada masiva de visitantes, en unas fechas pre-invernales en las que antaño mucha gente se decantaba por destinos del sur y este peninsular con clima y temperaturas más agradables y ahora optan por el norte de España . Queda extraño por parte de un gobierno autonómico que apuesta por el turismo como pilar básico y casi único de su economía, que vende el surf de forma indiscriminada a la mínima oportunidad que tiene en las ferias de turismo que acude, bajo lemas tan sugerentes como “surf a toda costa” se plantee ahora cobrar por un rescate a alguien que posiblemente se ha visto seducido por sus reclamos y eslóganes. 

   
En días así mejor no te metas.


   Para el legislador, tanto municipal como regional, el surfing se ha convertido en una práctica deportiva estratégica para lograr la tan deseada como para algunos quimérica desestacionalización del turismo en Cantabria. Los alcaldes y los empresarios quieren que los hoteles, los restaurantes, las playas y por consiguiente los picos estén llenos en diciembre como en julio, pero luego les extraña que alguien tenga que ser rescatado, porque no han caído en la cuenta que, aunque el cambio climático hace de las suyas y en diciembre puedas disfrutar de sol y 20 grados, de momento el mar no ha entrado por el aro y en diciembre los swells no son como los de agosto. Tal vez, la desestacionalización del turismo debería ir acompañada también de cierta desestacionalización de los mismos servicios que cortas de raíz cada 15 de septiembre y habría que replantearse fórmulas como que en esos puentes o en semana santa hubiese servicios de socorrismo. Servicios que alertasen o prohibiesen entrar en el agua a los surfistas poco juiciosos o desconocedores de sus limitaciones los días de temporal. Así igual luego te ahorrabas el rescate. Pero los legisladores lo quieren todo. Quieren la desestacionalización, quieren turismo el 8 de diciembre, quieren máximo ingreso, beneficio, pero con cero gasto. 

  Bajo esta premisa de apostar únicamente por el turismo como eje central de nuestra economía, como los países de la OPEP depositan en el petróleo sus únicas esperanzas de ingresos, y con otras dos que recalca Alejo Solar, sucesos como el del surfista madrileño, no sólo no serán excepcionales, sino que se van a repetir y mucho en los próximos años.

   “El tema del rescate del surfista está al alza, por varias cuestiones. La masificación del surf. Cada vez hay más gente en el agua y esto aumenta la posibilidad de accidentes y de imprudencias. Hay surfistas que se piensan que tienen el suficiente nivel para entrar en ciertos spots y resulta que luego les tiene que sacar el helicóptero. Por último, está el tema de las olas gigantes, que están de moda. Todo surfista sueña con ser bigrider, pero no todo el mundo vale ni está preparado para surfear olas grandes… Y eso es otra de las causas de accidentes y rescates de surfistas”, sentencia el experimentado surfista cántabro.

   Una tendencia al alza en el número de practicantes que no hace sino agudizar la necesidad de legislar de urgencia sobre este tipo de actuaciones de rescate por parte de unas autoridades que son al mismo tiempo responsables del fenómeno. Las campañas publicitarias turísticas gubernamentales que se empeñan en vender Cantabria como una especie de Port Aventura y sus cuevas, montañas y ahora spots, como atracciones del mismo, sin duda, contribuyen a que las probabilidades de nuevos rescates relacionados con la práctica de deportes de riesgo no solo no disminuyan, sino que aumenten considerablemente. 

  El modo de funcionar de otros países con más tradición surfística, en este tema de los rescates, podría servirnos de orientación. El polifacético y prolífico pintor y escultor cántabro Antonio Gómez Bueno, local de Los Locos, afincado en California desde hace casi 40 años, y surfer habitual de los spots más míticos de Hawaii, aclara que, en el Estado donde tiene su residencia, los rescates "los paga el estado" y que en la meca del surf "están tratando de legislar unas leyes" que incluyan una serie de casos en los que el rescatado esté obligado a pagar el operativo. 
  
"En California los rescates los paga el estado, y en Hawaii también, pero están tratando de legislar unas leyes que, en algunos casos, obliguen al rescatado a pagar, porque la cosa se les está yendo de las manos. Una cosa es rescatar a alguien en Waimea con olas de 7 metros, que le ha pillado la serie, y otra muy distinta sacar a una excursión entera de rusos borrachos que no han surfeado nunca y se han metido en Sunset. Tanto inútil teniendo que ser rescatado al final cambiarán la ley..." ,explica Gómez Bueno.

 Sea cual sea la identidad del pagador de los rescates, ya sea la administración pública, un seguro privado o el propio rescatado, Capi invoca a lo que lleva inculcando a sus alumnos en su Escuela Cántabra de Surf desde el ya lejano 1.991: el “sentido común” de los surfistas para evitar accidentes y el posterior despliegue. “Al final es sentido común y saber cuáles son tus posibilidades reales en cada baño… Tienes que tener un plan de entrada al agua, pero sobre todo un plan de salida. Eso es lo más importante cuando las olas están grandes”. 

      Un plan de entrada y de salida y una mala calibración del propio nivel surfístico que sin duda fallaron el pasado 8 de diciembre.

miércoles, 1 de enero de 2025

¿GOAT´s del deporte y de los negocios?

 

  Cada vez que un deportista que ha dominado durante lustros una disciplina deportiva  se jubila, en un alarde de ingenio, ocurre siempre lo mismo. Los medios de comunicación, la original e imaginativa prensa deportiva,  primero, y la dócil masa, después, comienzan con la monserga de si ha sido o no ha sido el mejor de la historia. Actualmente,  con esta fiebre de acrónimos ingleses que nos invade: que si fulanito de tal ha sido el GOAT (greatest of all time, como si en el rico castellano no existiesen términos para definir lo mismo: el puto amo del mundo mundial, el PAMM). Generalmente, esto genera las más belicosas controversias entre partidarios de unos u otros atletas retirados, Nadal/Federer; Maradona/Pele; Mohamed Alli/Joe Louis. Muchas de estas luchas fraticidas intentan ser dirimidas por los propios medios que las generan en encuestas de opinión  cuyos resultados tienen menos validez que las encuestas electorales que daban ganadora a Kamala Harris o dan de ganador a Pedro Sánchez.

   Últimamente,  el grado de demencia de esta frenética búsqueda desesperada del GOAT por parte de la prensa deportiva y de los aficionados es tan disparatada, que se establecen comparaciones absurdas entre deportistas de diferentes modalidades atléticas. Como si el baloncesto pudiera compararse con el fútbol, el surf con el golf o el pressing Catch con el tenis. O poniendo ejemplos más personales  y nominativos como si El Enterrador (The Undertaker), ganador de decenas de wrestlemanias pudiera compararse con Nadal, o Hulk Hogan con Maradona, o Tom Brady con Michael Phelps. En esta búsqueda ‘santogrialesca’ del GOAT de la historia del deporte no seré yo quien se pronuncie de manera categórica, pero resulta muy sintomático que cada vez que alguien quiere resaltar a un amigo o conocido la importancia de un deportista en una disciplina que desconoce siempre usa la misma comparativa: es el Michael Jordan del surf, es el Michael del golf, etc…  

 Para bien o para mal, Michael Jordan sólo ha habido y habrá uno. Michael Jordan ha sido un gran referente, para muchas personas,  en el  baloncesto y en los negocios. No sólo para los aficionados, sino también para muchos otros deportistas que como él han sido los putos amos de su actividad física. Estos cracks siguen la biografía de M.J. con la misma rigurosidad que un manual de instrucciones o una carta náutica, o con la que un mormón lee la Biblia.  El auténtico problema de estos otros GOAT  viene cuando intentan trasladar o proyectar toda su brillantez, creatividad, espíritu de lucha, capacidad ganadora y gen competitivo en los deportes fuera de las disciplinas que han dominado con puño de hierro. Como si meter una pelotita en un hoyo te asegurase ser un tiburón de los negocios.


   


 En el mundo del surf también tenemos a nuestro o nuestros GOAT´s. Personas que fueron muy buenas, excelentes, deslizándose por una ola y que ahora intentan mantener el mismo nivel en un despacho, en una oficina o en una sala de reuniones. Gente  que cree que por ser el GOAT del surf puede ser el Michael Jordan de los negocios.  Gente que cree que el caso de Michael Jordan y Nike es extrapolable al negocio del surf y que las tablas son zapatillas deportivas. Cosa que no es así por múltiples razones, en las que no voy a entrar por puro cansancio. Razones que posiblemente al común de los mortales se le escapan, pero que  surfistas que han competido durante lustros, que han conocido la importancia de tener buenas tablas, de contar con los diseños de un shaper  de cabecera que ha entendido a la perfección sus necesidades, que se ha adaptado a sus exigencias y reivindicaciones, deberían conocer.

Bautizar con tu nombre, con el increíble atractivo que tiene esto sobre los nuevos practicantes, tablas procesadas en el sudeste asiático donde las políticas medioambientales, los derechos de los trabajadores  no son como los de Occidente,  supone una estocada mortal a la vulnerable red local de pequeños talleres de shapers, que obviamente no pueden competir en precio ni tiempo invertido en fabricación de cada tabla con Asia. Es apoyar la deslocalización de la producción de las tablas de surf, como en su día pasó con las zapatillas y las prendas deportivas y con casi todo susceptible a ser producido en cadena. Algo a lo que no contribuyeron Michael Jordan ni ninguno de los deportistas que  firmaron contratos con los grandes gigantes textiles, sino que respondieron a decisiones empresariales de las propias marcas, a los ambiciosos consejos de administración de estas  en su búsqueda  incesante de beneficios.

 La idea de que un surfer ceda o plasme su nombre sobre una tabla de surf no es en absoluto un negocio novedoso. Vamos que no te van a dar el premio de empresario del año por ello. Dora ( Da Cat), Nat Young, Greg Noll (el toro), Corky Carroll, el gran Ben Aipa, Mark Richards... La historia del surf y del shape está trufado de decenas de ejemplos de campeones que tienen o tuvieron tablas con su nombre y no tiene nada de malo. Los deportistas una vez que se retiran tienen el completo derecho de ganarse la vida de forma digna y desahogada.  Algunos campeones simplemente se limitaban a  ceder su identidad, recibir el cheque,  y ni diseñaban ni participaban siquiera en ninguna de las fases de fabricación de sus tablas. Otros, en un ejemplo de honestidad, se hicieron shapers de sus propias tablas. Quisieron controlar hasta el final y último detalle el resultado de aquello a lo que habían transferido su nombre. Se mancharon sus manos, sus caras, su pelo  y se jodieron muchas veces las manos y  los pulmones respirando el polvillo blanco que sale de las tablas de foam cuando pasas el cepillo, el taco de lija una y otra vez… Invirtieron horas y horas de su tiempo, se lo quitaron a baños, a surfaris, en idear nuevos diseños, nuevas tablas de las que los surfistas de todo el mundo se beneficiaron…  

 Michael Jordan fue un pionero con las zapatillas, no por ceder su nombre. Larry Bird, Magic Johnson ya lo habían hecho antes con Converse. Jordan fue pionero en, aparte de recibir una cantidad fija, recibir un tanto por ciento de cada zapatilla vendida. En el sentido de las tablas, y siguiendo con este paralelismo, está claro. ¿Quién te puede pagar más, quien te puede dar un cheque más jugoso, un taller de tablas local o un gigante asiático que fabrica tablas de surf como zapatillas y puede exportar contenedores y contenedores con los que inundar el cada día más grande y floreciente mercado de tablas de surf mundial? Gigantes que pueden poner sus tablas en cualquier boutique o escuela de surf del mundo, que dado su escaso precio de fabricación, pueden hacer frente a los aranceles, tasas e impuestos sin que su precio final se resienta y sigan siendo competitivas con las que se fabrican a escasos kilómetros del punto de venta. Siguiendo con este umbral de rentabilidad, ¿quién puede generar más beneficio a un GOAT, un taller de California, Hawaii o Cantabria del que salen cien tablas al mes o uno del que salen miles? Ya si te dan un tanto por ciento de cada tabla que lleva tu nombre que se vende, la respuesta está clara.

Esto no es ni mucho menos un alegato anticapitalista, anti economía de mercado. Tampoco un manifiesto a favor de una economía proteccionista y arancelaria de tipo trumpista . Esto es una llamada a la cordura tanto de los empresarios como de los compradores. Cuando se monta un negocio se busca encontrar una rentabilidad, un beneficio...  Este fin completamente lícito no debería justificar cualquier medio. Si con nuestra política empresarial contribuimos a la destrucción de cientos de puestos de trabajo, a la eliminación sistemática de la historia y la tradición de nuestro propio deporte, al cierre de talleres que son parte de la historia del surf, al despido de personas, a la sustitución de un mercado atomizado, formado por pequeños y medianos fabricantes, sin mucho músculo financiero, por otro de tipo monopolista u oligopolio con un par de grandes gigantes…  Al menos deberíamos pararnos a preguntarnos unos segundos si nuestra política empresarial es la más acertada o si la persona a la que admiramos deportivamente deberíamos hacerlo también a nivel económico. Porque esta responsabilidad  también vale para los compradores. Hay que recapacitar y responsabilizarnos de nuestras decisiones y de las consecuencias de estas. Como decía Sartre: la única libertad posible es la libertad con responsabilidad. Somos los responsables de lo que hacemos, de lo que compramos y por supuesto de lo que ponemos nuestro nombre.

Sin salir del tema, la Surf Rider Foundation se posicionó, en su día, en contra de las piscinas de olas, pues consideró y considera  que “los beneficios recreativos no superan los impactos medioambientales”. Fue sin duda una decisión valiente y no sencilla, pues supuso enfrentarse a muchos  e importantes intereses económicos dentro del surf y a decenas y miles de surfistas amorales que consideran que en su búsqueda incesante de olas cada vez más perfectas todo vale.

Un posicionamiento en contra que la ONG  lo razona de la siguiente manera:

“La construcción implica destruir áreas naturales en favor de una piscina, el estacionamiento y los caminos que llevan a ella, al mismo tiempo que va en detrimento de la biodiversidad.

Su funcionamiento implica un gran consumo de agua, dado que las piscinas contienen desde 25 a 35.000m3 de agua (el equivalente a 10-14 piscinas olímpicas), algo que consideran  "innecesario e irresponsable en el contexto actual de cambio climático".

Del mismo modo, necesitan también una gran cantidad de energía. Cogiendo como ejemplo la tecnología American Wave Machine de Waco (Texas), gasta 450kW (equivalente al consumo medio de 800 hogares franceses)”.

El caso de las piscinas de olas es el mismo que el de las tablas. Tanto empresarios-fabricantes de tablas y de piscinas como potenciales compradores y usuarios de las mismas debemos ser consecuentes y responsables de nuestros actos y de sus consecuencias. Sabedores que con nuestras acciones y decisiones no sólo disfrutamos de tablas o de olas, sino que contribuimos a construir o destruir una radiografía de mercado o de economía local o a un determinado paisaje o estado de salud del medio ambiente.

  El ser humano tiende por naturaleza a la emulación y admiración de sus semejantes, pero esto no debería suponer un cheque en blanco, o un crédito incondicional e ilimitado, y lo mismo que alguien puede ser el GOAT de su deporte, si sus acciones fuera de los escenarios deportivos no están a la altura de sus hazañas y gestas atléticas, corre el peligro de considerarse una persona no grata para sus fans.